La capacidad de resiliencia es probablemente uno de los aspectos de la vida a los que más trabajo deberías dedicar. La pérdida es algo que tarde o temprano todas las personas tendremos que afrontar y cuanto antes aprendas a potenciarla mejor parado saldrás de las crisis vitales a las que debas hacer frente.
¿Qué es la capacidad de resiliencia?
Ser resiliente consiste en adaptarte a las consecuencias que traen los eventos negativos a los que tendrás que enfrentarte. Piensa en situaciones como el duelo por un ser querido, el perder un trabajo o problemas de salud. Tras estos hechos, y frente a la necesidad de volver a un estado inicial de funcionamiento, se encuentra la resiliencia. Esta capacidad de resiliencia también estará presente en problemas menos graves como discusiones con amigos, con la pareja e incluso con familiares.
Es importante señalar que la capacidad de resiliencia no consiste en no sentir dolor o tristeza ante una pérdida o ante un evento adverso. Es la capacidad de adaptarte y sobreponerse a ese evento, aunque sufras por él.
¿La capacidad de resiliencia “nace” o “se hace”?
Todos nacemos con capacidad de resiliencia, pues sin ella nos sería imposible sobreponernos tanto a los problemas graves como a los contratiempos cotidianos. Esta capacidad, de hecho, puede medirse mediante el uso de diferentes instrumentos. Es posible que, de forma innata, tu capacidad de resiliencia sea mayor o menor, pero partiendo de esa base puede trabajarse.
Actualmente, es una habilidad que el mundo empresarial está intentando inculcar en sus trabajadores para hacer frente a las crisis que pueda sufrir su sector. Ello es debido a que la capacidad de resiliencia, al trabajarse, puede ser una gran aliada tanto a nivel personal como profesional.
Cómo desarrollar la capacidad de resiliencia
No todos sufrimos de la misma manera ni afrontamos igual una pérdida. Piensa en cómo has actuado tú frente a la pérdida de un familiar y cómo lo ha hecho un amigo u otro miembro de la familia. Probablemente lo procesaseis, os adaptaseis y lo superaseis de diferente manera. Sin embargo, aunque las reacciones y la capacidad de resiliencia varíen de una persona a otra, la forma de trabajar esta capacidad y aumentarla es igual para todos.
El cambio y la pérdida, nuestros acompañantes
Hay situaciones que escapan a nuestro control y son imposibles de evitar. Es natural pensar en el “si hubiese hecho” o “si hubiera sabido”. Ante las diferentes circunstancias de la vida actúas de la mejor manera posible con la información que tienes en el momento. No podemos juzgar los pasos del ayer con los zapatos del hoy. Una forma de aumentar la capacidad de resiliencia es a través de la aceptación de que el cambio y la pérdida se van a producir y de que no podemos hacer nada para que todo en la vida se mantenga estático.
Crea una buena red de apoyo
La superación y adaptación ante una crisis pasan por expresar el dolor que estás sintiendo. Es esencial tener amigos o familiares con los que manifestar tus emociones y con los que sentirte escuchado y arropado.
Puede darse el caso de que tengas problemas en este sentido, por ello, una buena idea para empezar a crear esta red es apuntarte a actividades en grupo en las que empezar a conocer gente con tus mismos intereses, o incluso a alguna clase de voluntariado.
Compartimentar para superar los problemas
Muchas veces los problemas te pueden parecer enormes e insalvables. Una técnica que funciona en estos casos es dividir los problemas en problemas más pequeños. Como dice el refrán popular “el bosque no te deja ver el árbol”. Puede que estés sufriendo por un problema que tiene solución. Por ejemplo, has perdido el trabajo. Es normal que en un primer momento te pueda la ansiedad. Pero párate a pensar. ¿Qué contactos has sacado de ese trabajo? ¿Puedes usarlos? ¿Prefieres seguir en ese sector o formarte en otro y cambiar? ¿Qué empresas se ajustan más a tu perfil? Puedes ir planteándote preguntas más pequeñas y fáciles de responder que la de «¿y cómo encuentro otro trabajo ahora?».
La meditación es tu aliada
La meditación te ayudará a entender mejor cómo te estás sintiendo. Es una gran aliada de la capacidad de resiliencia, puesto que te hará descubrir y observar qué estás sintiendo en ese momento. Una vez identificada esa emoción, no se trata de bloquearla o no sentirla, la meditación conseguirá que la dejes pasar sin que esta emoción te arrastre o dicte tu próximo movimiento o tu forma de reaccionar.
Conócete a ti mismo
Suena a cliché, pero reflexionar sobre cómo actúas y te comportas ante una crisis es fundamental para aumentar tu capacidad de resiliencia. El conocer tus reacciones hace que puedas anticiparte a ellas y que puedas trabajar sobre ellas antes de que llegue el impacto emocional del evento traumático. Piensa en qué cosas te gustaría mejorar al enfrentar las consecuencias de un evento traumático y trabaja sobre ellas. Como ocurre con cualquier capacidad, tendrás que entrenar con regularidad para alcanzar tu objetivo de mejorar tu capacidad de resiliencia.
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